17.06.05

PERIODISMO: ESTAMOS EN OBRAS, DISCULPEN LAS MOLESTIAS

Publicado en Periopistas, Escriben

Autor/a: Monica Ramoneda Rueda

Ryszard Kapuscinski es capaz de hacer un análisis exhaustivo de una profesión en crisis y no caer, luego, en el pesimismo. Con ‘Los cínicos no sirven para este oficio’, el lector puede jugar a crear el perfil del ‘buen periodista’. Kapuscinski es exigente, él es de los que hacen de su profesión su modo de entender la vida, él es de los que ejerce de periodista las 24 horas del día. Sabe que el currículum que él propone no es fácil de obtener, pero también cree que aquel que lo intenta, solamente por el hecho de intentarlo, ya es un periodista idóneo para un mundo al revés.

El periodista viajero

“Es erróneo escribir sobre alguien con quien no se ha compartido al menos un poco de su vida”, afirma Kapuscinski. Tan erróneo como ejercer de corresponsal desde un hotel, reducto de una Europa en miniatura en medio de una África olvidada. Ryszard Kapuscinski afirmaba, cuando era joven, que estaba decidido a ser reportero de los países del Tercer Mundo, y que esta decisión respondía a una profunda incompatibilidad hacia su grupo, su cultura, su país. ¡Cuántos no han sentido algo así cuando eran jóvenes! Cuando crees en la lucha para cambiar, no ya el mundo, que no por ser joven se es iluso, sino para cambiar algo, algo pequeño. Pero Ryszard no cambió con los años, no cayó en la tentación de cambiar los ideales por un cómodo sofá y una televisión alienante. Siguió con convicción escribiendo sobre los pobres, para darles voz y, con ello, alguna pizca de esperanza.

“La pobreza no llora, la pobreza no tiene voz. La pobreza no se rebela. Encontramos situaciones de rebeldía sólo cuando la gente pobre alberga alguna esperanza. Si eres un pobre agricultor en un pueblo perdido de la India, para ti no hay esperanza. Esta gente no se rebelará nunca. Así que necesitan alguien que hable por ellos, esta es un de las obligaciones morales que tenemos cuando escribimos sobre esta parte infeliz de la familia humana”

Kapuscinski expresa así su concepción del cronista como redactor social: “Debe ser testigo de todos los acontecimientos de relevancia que se producen en el territorio, lo que ha ocurrido allí antes y lo que puede suceder en el futuro”. Las armas del comunicador son las palabras, “las palabras que circulan libremente, palabras clandestinas, rebeldes, palabras que no van vestidas de uniforme de gala, desprovistas del sello oficial”. Las palabras son “el instrumento de revuelta, de organización y de lucha contra el cual las armas del poder se revelan de repente”.

Manual del buen periodismo: Primero, identificar los problemas

Kapuscinski, intelectual, analiza el actual modelo comunicativo y clama a la reformulación del sistema. Constata, también, que existen elementos estratégicamente preparados, históricamente reforzados, que hacen del sistema comunicativo un agente de la voz de la opresión.

· POBREZA Y OPRESIÓN: EL PAN DE CADA DÍA:

No resulta difícil demostrar que, en muchos casos, el periodismo sirve de plataforma propagandística de los poderes opresores. Pero, para Kapuscinski, ni la pobreza ni la opresión pertenecen al orden natural de las cosas.
No deberíamos poder comer bocado, cuando en los atardeceres de los hogares familiares, la velada se comparte con una televisión que cuenta de guerras y hambres, y luego pasa al fútbol y a las predicciones meteorológicas.
“Hoy –se exclama Kapuscinski- los medios de comunicación se sienten satisfechos de poder asistir a la matanza. La guerra civil se convierte, así, en una guerra televisiva. Los reporteros aseguran que no hacen sino cumplir con su obligación de informar; nos muestran sin contemplaciones lo ocurrido y el comentarista añade la indignación imprescindible. Pero a esta acusación se le suma inevitablemente un mensaje diferente, subliminal. Viene a decir que el horror es lo usual”

·SIERVOS DE LA GLEBA EN UNA INFORMACIÓN CONVERTIDA EN NEGOCIO:

Kapuscinski se atreve a clasificar los periodistas en dos grandes categorías: los siervos de la gleba y los directores. “Hoy no es necesario ser periodista para estar al frente de los medios de comunicación. En efecto, la mayoría de los directores y de los presidentes de las grandes cabeceras y de los grandes grupos de comunicación no son, en modo alguno, periodistas. Son grandes ejecutivos”. Y es que no hace tanto tiempo, el mundo comprendió que la información era un gran negocio.

·DOS MUNDOS PARA UN SOLO PLANETA:

Ligado a la mercantilización de la información, Kapuscinski detecta otro gran problema: “Las televisiones y, en general, todos los medios de comunicación, son tan grandes, influyentes e importantes que han empezado a construir un mundo propio. Un mundo que tiene poco que ver con la realidad. Pero, por otro lado, estos medios no están interesados en reflejar la realidad del mundo, sino en competir entre ellos”.
Por esto, la agenda de los temas que ‘existen’ la marca el poder, el poder es quien decide sobre qué deben informar los medios, y los medios son los que siguen, sin rechistar, las sutiles órdenes de quienes no quieren escuchar la opinión pública. Si hay guerra al golfo, todos los medios van al golfo. Si hay guerra en Irak, todos los medios se concentran en Irak. Y éstas son las partes del mundo que existen; no existe Centroamérica y sus golpes de estado, no existe la India y su pobreza asesina, no existe África ni sus luchas por la dignidad.
La explicación a este fenómeno tiene dos vertientes: la primera, la de obedecer a las potencias opresoras que quieren actuar libremente y para sus intereses en la repartición del mundo; la segunda, la propia comercialización de la información, que es un producto, que es para vender: “Una cadena televisiva o un periódico – afirma Kapuscinsk- no puede permitirse carecer de la noticia que posee su rival directo. Así, todos ellos acaban observando no la vida real, sino a la competencia”.

· SIN ESPACIO, LOS MATICES SE PIERDEN:

Kapuscinski expuso, en una de sus conferencias, la necesidad de dar voz al máximo número de ‘otros’ posible. Pero uno de sus oyentes le recordó que las rutinas informativas impiden tal ejercicio. “Tiene razón – respondió Kapuscinski- la tendencia es abreviar cada vez más los relatos. Si sólo tienes una o dos hojas para escribir, todos los matices se pierden. Tienes que condensarlo todo en una pulsación, en una frase. No queda sitio para la riqueza de los detalles a no ser que seas escritor”.

· BATALLAS PARA LA INDEPENDENCIA:

La relación de los medios con el poder es, quizás, el elemento más crítico en la crisis del periodismo. “En general, la conquista de cada pedacito de nuestra independencia exige una batalla – Kapuscinski ha batallado, y mucho- Cada uno de nosotros, después de cierto número de años de trabajo y de viajes, tiene en su currículum personal al menos algún caso personal de persecución, de expulsión de algún país, de detención, de tensiones con la policía o las autoridades, que tal vez se niegan a conceder el visado, que utilizan centenares de recursos para ponernos las cosas difíciles”.

Manual del buen periodismo: Segundo, definir aptitudes

De la identificación de los principales problemas de la profesión, pasamos a la redefinición del ‘buen periodista’. Kapuscinski tiene sus propuestas; de hecho, el propio título del libro: ‘Los cínicos no sirven para este oficio’, ya señala lo que más preocupa al intelectual: hay que ser de una manera determinada para ser periodista; el periodismo no es un profesión cualquiera y la personalidad, el carácter y el modo de entender la vida y el mundo son lo que dicen la calidad de un periodista.
Quizás, para Kapuscinski, el periodista nace, no se hace. O si se hace, es a copia de mucha voluntad. El problema es que mientras unas veces el periodista nace para deshacerse luego en la perversa lógica de los grandes medios de comunicación, otras veces uno nace periodista pero nadie le deja el micrófono o la pluma para comunicar.

· CINISMO, UNA ACTITD INCOMPATIBLE CON LA PROFESIÓN DE PERIODISTA

Kapuscinski define el cinismo como “una actitud inhumana que nos aleja automáticamente de nuestro oficio, al menos si uno lo concibe de una forma seria”. Es decir que habla del gran periodismo, del que vale la pena preocuparse, no del mero entretenimiento, no de los reportajes hechos en serie.
El cinismo es una actitud tan arraigada y tan supuestamente valorada en la sociedad actual (es ser ingenioso, ser audaz) que es fácil sentirse aludido ante la tajante afirmación de que los cínicos no sirven para el oficio de periodista. Pero Kapuscinski aclara: “Una cosa es ser escépticos, realistas, prudentes; esto es absolutamente necesario, de otro modo no se podría hacer periodismo”. Razón no le falta a Kapuscinski, cada año más de cien periodistas son asesinados y varios centenares más son encarcelados o torturados; “quien decide hacer este trabajo –dice Kapuscinski- y está dispuesto a dejarse la piel en ello, con riesgo y sufrimiento, no puede ser un cínico”. Y es que la realidad no es una película de Hollywood, donde el protagonista, atado, ensangrentado y a punto de ser asesinado, todavía puede hacer gala de su audacia y suelta un comentario cínico que le convierte, inmediatamente, en un ‘héroe’ sobrehumano (Héroe solamente porque, en Hollywood, uno es capaz de escapar del malvado aún teniendo el cuerpo agujereado por las balas). En la realidad, la audacia y la valentía no van unidas al cinismo.

· LA EMPATÍA: CONDICIÓN SINE QUA NON

Para Kapuscinski, lo que en sicología se denomina ‘empatía’, en periodismo debe llegar a su máxima y radical expresión: “Mediante la empatía se puede comprender el carácter del propio interlocutor y compartir de forma natural y sincera el destino y los problemas de los demás. En ese sentido, el único modo correcto de hacer nuestro trabajo es desaparecer, olvidarnos de nuestra existencia”.

· LOS OTROS, LA FUENTE; EL PERIODISTA, EL REDACTOR FINAL

Kapuscinski es un periodista que trabaja con las personas, según él la fuente principal de nuestro conocimiento periodístico son los otros: “Los otros son los que nos dirigen, nos dan sus opiniones, interpretan para nosotros el mundo que intentamos comprender y describir. (...) Y sin la ayuda de los otros no se puede escribir una historia. Todo reportaje –aunque esté firmado sólo por quien lo ha escrito- en realidad es el fruto del trabajo de muchos. El periodista es el redactor final, pero el material ha sido proporcionado por muchísimas individuos”.
Al intelectual, un hombre que ha convivido con todos los “otros” de sus reportajes para ejercer, lo más fielmente posible, la profesión de ‘redactor social’, no se cansa de clamar al espíritu de cooperación: “Todo buen reportaje es un trabajo colectivo, y sin un espíritu de colectividad, de cooperación, de buena voluntad, de comprensión recíproca, escribir es imposible”.

Periodismo en obras: ¿dónde están los ladrillos?

- “Al entrar, se felicitaba al ver a tantos jóvenes, pero éste es un trabajo que hace envejecer rápidamente...”- comentó alguien de público en la primera de las conferencias de Kapuscinski relatadas en el libro.
- “Cierto”- no tuvo más remedio que responder Ryszard.

Y explicó un inquietante dato -revelador del desgaste que produce ejercer de periodista (de buen periodista, se entiende):
“Hace unos veinte años, en mi país se planteó el problema de crear un fondo de pensiones para los periodistas, ya que se supone que la jubilación debe llegar al final de todas las carreras universitarias. En el sindicato llegamos a una conclusión: que era un problema que no se podía afrontar, puesto que en nuestra categoría casi nadie llega a la edad de la jubilación”.

Y añadió, al final, el punto optimista para dar ánimo a la lucha por la buena comunicación:
“Los jóvenes, por definición, están destinados a vencer”- reconoce con orgullo Kapuscinski y, con su discurso, hace explícito aquella bendición china que dice ‘Deseo que vivas en una época de cambos’. “Vivimos en un mundo en constante y rapidísima transformación y no se puede seguir pensando y sintiendo como si nada hubiera cambiado. Los cambios hay que reconocerlos y aceptarlos, si se quiere, en consonancia, ser aceptado. Y para ser aceptado hay que aceptar a los demás, en especial a los jóvenes, aquellos que representan las nuevas tendencias. (...) Hablo, naturalmente, de lo mejor de las nuevas generaciones, porque, como siempre, las nuevas generaciones están integradas por personas diferentes. Pero lo mejor, en la actualidad, es fantástico. Los jóvenes están mejor informados, son mucho más inteligentes, más capaces de expresarse, más ágiles, más maduros intelectualmente, que quienes los han precedido”.

Kapuscinski da un paso al frente a favor de la confianza hacia las nuevas generaciones y lo hace –según dice él mismo- “sin ideología alguna, como pura y simple constatación”.

Nuevas generaciones con nuevas tecnologías en una nueva sociedad del conocimiento. Ahora la clave está en la reflexión sobre el buen periodismo; el de las 24 horas abierto, el de las buenas personas, el de los ‘otros’ y el que es para todos.

21:30:49

Memoria del futuro

Investigar, recuperar y comunicar la historia de las sociedades 'olvidadas', de las culturas orales y las realidades minorizadas, puede ser una herramienta para el desarrollo.

Analizar si el traspaso de la oralidad a la virtualidad es el camino más eficiente entre los dos tiempos –el de antes y el de mañana- es el "leit motive" de la MEMORIA DEL FUTURO.

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